Buena noche a ti.
Estas pláticas que yo tengo con mi conciencia son a veces muy largas, duran días enteros; por eso no resulta que me ponga a contártelas en esta pobre carta. De verdad, come y duerme bien y ahora, ya que es de noche, sueña con los angelitos y no en esta cosa maligna que soy yo. Pero no me olvides. Juan Rulfo