Crónicas de una licántropa a sueldo.

El reloj marcaba las 2 am, otra noche de insomnio, el cual parece empeorar cada día. Distraída, solo me concentró en el ruido del motorcillo del ventilador -Quizás suene raro, pero no consigo hacerme a la idea de que el ahora sea el ahora. Ni siquiera me parece evidente que yo sea yo. O que esté lugar sea este lugar. Siempre me pasa lo mismo. Al final, todo acaba asociándose, pero ocurre mucho más tarde. Ha sido así durante algunos años. Es que esto, no tiene fin. Así de sencillo - pensé para mí misma Deseaba más que nada en ese momento, que alguien me abrazara, pero claro, no había nadie. Cómo siempre. 

La vida es así, está llena de palabras que no valen la pena, o que valieron y ya no valen, cada una de las que vamos diciendo le quitará el lugar a otra más merecedora, que lo sería no tanto por sí misma, si no por las consecuencias de haberla dicho. 

Yo vivo con la muerte desde que sé que respiro, y ella me mata con una voluptuosidad fría solo comparable a mí lúcida pasión por sobrevivirme a cada minuto, a cada segundo de mi conciencia de ser.