La realidad y el caos.

En nuestro mundo, “lo que sabemos” y “lo que no sabemos”, coexisten en una nebulosa, fatalmente unidos, como siameses.


Caos.
Caos.


¿Quién demonios puede distinguir el mar de lo que en él se refleja? ¿Puedes tú distinguir entre la lluvia que cae y la soledad?

Así pues, renuncio con orgullo a separar el conocimiento del desconocimiento. Este es mi punto de partida. Un terrible punto de partida para ti, tal vez. Pero las personas necesitan partir de algún punto. ¿No es así?


Pero ya les he mencionado antes que dentro de nosotros coexisten inveitablemente “lo que (creo que) sé” y “lo que no sé”. A la mayoría de la gente le conviene vivir levantando una barrera que las separe. Por que es más cómodo, más práctico. Pero yo , simplemente he quitado esa barrera. Por que no he podido evitarlo. Por que no me gustan las barreras. Por que yo soy así.


Retomando el ejemplo de los siameses, para que una persona logre que “lo que (cree que) sabe” y “lo que no sabe” coexistan en paz, necesita una hábil estrategia. Y esta consiste en pensar. En otras palabras, en aferrarse a algo. De otro modo, no lo dudes, emprenderás un estúpido e irremediable –rumbo al desastre-.


Una pregunta.


¿Qué debe de hacer una persona para evitar el choque, si no piensa en serio . ¿es difícil? Que va!


C’est simple.


Lo que se debe hacer es soñar.


Soñar y soñar.


Entrar en el mundo de los sueños y no salir de él. Vivir allá eternamente. Por que en los sueños no necesitas hacer distinciones. No lo necesitas en absoluto. En primer lugar, en los sueños no hay fronteras. Y por lo tanto, apenas hay colisiones. Y , aunque las hubiera, no dolería.

La realidad es distinta.
La realidad muerde.
La realidad.
La realidad.

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