Las verdad de las personas malas.... que no son malas.

-las personas malas tenemos nuestra propia filosofía. A eso me refero- continuó el Sr-Pájaro-que-da-cuerda - Que una mala persona se lleve bien con alguien , no es ningun mérito-

-¿Una mala persona?- preguntó La Chica Imantada sonriendo.

Era obvio, que desde la última vez que nos habiamos visto, le había sucedido algo que qería contarme, y decidió confiarse como sólo hacía conmigo. Desde el incidente de aquel mensaje, creo que yo fui la única persona que lo comprendía. y , a pesar de que lo que pudiera decirme no tuviera nada que ver con mi vida, por lo general conseguía hacerme una idea bastante cercana de lo que quería transmitirme.

-A ver, supongamos que una hambruna azota la Tierra-

-No se te hace algo exagerado?-

-¿Te quieres callar y escucharme? Lo que quiero decir es que, si se agotaran los alimentos , querría ser lo bastante malo como para poder matar a alguien de los que conozco y comérmelo tranquilamente. No digo una mala persona que no lo fuera de verdad y después lloraría, le daría gracias en nombre de todos los que se lo hubieran comido, le cavaría un tumba, o se haría un colgante con un hueso . Yo querría ser tan malo como para no tener remordimientos ni reparos y poder decir sin alterarme que me ha sabido buenísimo.
El abismo que había entre la imagen del Sr-Pájaro-que-da-cuerda allí sentado con la cabeza ladeada y envolviéndose en aquellos brazos delgados, y sus palabras me produjo una extraña sensación, como si la figura que tenía frente a mí ..... perteneciera a otro mundo.
-Más que una mala persona, me parece una persona extraña-

-Exacto. Alguien inclasificable e impredecible. Alguien que siempre está al margen de todo y que, aunque no en tienda qué le pasa , no puede detenerse y se deja llevar ... pero que , al fin y al cabo , quizá tenga razón- dijo mirando como la oscuridad se deslizaba mar adentro.

No era narcicismo. Tampoco una pose. Llevaba en el corazón un espejo bien empañado, y solo creía en lo que veía reflejado en él, sin detenerse a pensar.

El Señor-Pájaro-que-da cuerda era así.

Mas allá de sus palabras , en el fondo de su corazón, muy adentro , brillaba una intensa luz que sostenía aquel embrollo que era el Señor-Pájaro-que-da-cuerda. Esa luz se agazapaba en algún lugar que ni siquiera él conocía , y , como si alimentara sin cesar una máquina , jamás dejaba de brillar.

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