Sentir tu brisa sobre mi desnuda piel, sentirme vulnerable… pedirte tiritando que me abraces… Llorar por ti sobre la gélida lluvia. En cada paso matar mi corazón hasta desangrarlo. Oscurecer mi aliento sobre tu boca hasta perder el alma sobre los pétalos de una rosa. No es nada de ti, no es nada de mí… Nos perdemos en la vastedad del tiempo buscando otras soledades en otros pechos. ¡Qué más da!… Nada es eterno.
Olga Cecilia Martínez Rojas

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