Crónicas de una licántropa a sueldo.

Nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido. Yo lo sabía, sabía que él me había cogido la mano de una manera espontánea, pero que, en realidad, lo había hecho porque deseaba hacerlo. Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Era la mano curtida por el trabajo de un chico de 28 años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y él, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquél. Durante diez segundos tuve la sensación de haberme convertido en un pajarillo perfecto. Surcaba el aire, sentía...

Todo cobra sentido cuando estoy a tu lado, me renuevas cada día con tu amor, tu has hecho de mi un fuego viviente, y quiero arder en las llamas de nuestro amor hasta consumirnos en eternidad.

Lléname la vida de colores! Que nuestros recuerdos sean la pintura en la que se tiñe nuestro destino, nuestra gran obra!

Sé que no soy una gran artista, pero me llenas de colores la vida, si supieras cuantas obras maestras ha pintado mi cabeza en tu honor!

La consumia el miedo, la Chica Imantada, una vez mas, sentia que perdia a el  Señor-Pájaro-Que-Da-Vuelta, pero....no, no podia permitirse dejarse llevar por el dolor que pudiera sentir, esta era su batalla, ya habia perdido demasiadas, se rehusaba a perder una más, se enjugó las lágrimas, esta vez lucharía hasta que ya no quedara nada que dar, hasta la última fibra de su ser, esta vez aguantaría como una guerrera.