La primera vez que me tomó de la mano
Nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido. Yo lo sabía, sabía que él me había cogido la mano de una manera espontánea, pero que, en realidad, lo había hecho porque deseaba hacerlo. Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día.
Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Era la mano curtida por el trabajo de un chico de 28 años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y él, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquél.
Durante diez segundos tuve la sensación de haberme convertido en un pajarillo perfecto. Surcaba el aire, sentía el viento. Desde las alturas, podía ver paisajes lejanos. Tan remotos que no era capaz de vislumbrar con claridad lo que había. Pero supe que existían. Y que algún día iba a visitarlos. Esa certeza me dejó sin aliento, me hizo estremecer.
Es curioso, que tus entradas sean tan expresivas que, me parece que solo se llenan de un sentimiento. La pasion del sentimiento primerizo fluye por sus textos como un balde de agua por la banqueta. Es entretenido.
ResponderEliminarY pues nada. siga siendo feliz.
Lunas.
mil gracias, es recomfortante que a una persona extraña le alegra mi felicidad, y sí, soy muy dichosa, espero que usted tambien sea feliz , y que me dé la oportunidad de encontrarme con sus pensamientos en este humilde blog
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