Querida yo del futuro, ¿No te sientes contenta al saber que todo mejoró? Que toda esa gente que te humilló está por debajo de ti. Que al fin puedes ser feliz. Pero… jamás los humilles, no te rebajes a su nivel. Tampoco los perdones. Recuerda siempre hacer lo que te guste y tener como prioridad el ser feliz.
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Mostrando entradas de noviembre, 2011
La chica Imantada
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A veces, el Señor-pájaro-que-da-cuerda extendía su mano para tomar la de la adolescente. En el fondo, el sabía que era la única persona que realmente lo había comprendido. La Chica Imantada tenía la capacidad de descifrarlo y entenderlo mejor que nadie. Con ella discutía de igual a igual. Es irreverente y a veces tenía sus ratos de niña, pero es inteligente, viva, sensible, y precozmente madura. Su espíritu curioso lo obligaba a realizar acrobacias imprevistas.
peso en los hombros.
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-a veces te observo agotada, desilusionada, como si continuaras una guerra, no con tus enemigos, sino contigo misma.- -Todo este tiempo he llevado al mundo sobre mis hombros; un oficio verdaderamente cansado, pero no te preocupes Señor-Pájaro-que-da-cuerda . Vivo bajo un peso que me agobia, pero no me aplasta.-
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yo soy del pueblo, puesto que mi arte viene de ellos, del sudor del obrero, del rebozo de las mujeres, de los aromas culinarios de las abuelas, de los colores del balero, yo soy el pueblo y el pueblo atraves de mi se hace arte, solo denme una pared y les pintare mi mundo, mi Mexico. Soy Diego Rivera, y soy muralista.
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El Hombre de las Mil Cartas se acercó a la Chica Imantada -¿por qué él ya no te ama?- Ella miró hacia el otro lado de la calle, sabia de sobra que no podía contestarle viendolo a los ojos. -Nunca me amó...- Ella trataba ahora de ser una mejor mujer, de superar a ese idiota y seguir con su vida , pero era difícil, era como si se arrancara una parte de ella misma, odiaba todo esto, como la mayoria de la gente, y lamentablemente a quien ella amaba siempre preferian a alguien impresionable, que seimpre perdonara todo y les diera gusto , alguien común. Ella nunca lo había sido, y no pensaba empezar ahora , aunque eso significara quedarse sola.
Desplazada
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Ardo en el infierno, hay parte de mí que no encaja en ningun lugar. Mientras otra gente encuentra cosas que hacer con su tiemo, sitios adonde ir, unos con otros, cosas que decirse unas a otros, yo ardo en el infierno en algún lugar del norte donde no crecen las flores. No soy como los demás. Los demás son como los demás. Todos son iguales: toman parte, se agrupan, se arraciman, se les ve risueños y satisfechos, y yo, ardo en el infierno. Mi corazón tiene un millar de años. No soy como los demás. Moriría en sus restaurantes, ahogado en sus banderas, aporreado por sus canciones, aborrecido por sus soldados, corneado por su sentido del humor, asesinado por su inquietud. No soy como los demás. Ardo en el infierno. El infierno que yo mismo soy.
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Sentir tu brisa sobre mi desnuda piel, sentirme vulnerable… pedirte tiritando que me abraces… Llorar por ti sobre la gélida lluvia. En cada paso matar mi corazón hasta desangrarlo. Oscurecer mi aliento sobre tu boca hasta perder el alma sobre los pétalos de una rosa. No es nada de ti, no es nada de mí… Nos perdemos en la vastedad del tiempo buscando otras soledades en otros pechos. ¡Qué más da!… Nada es eterno. Olga Cecilia Martínez Rojas